No, el metaverso no es un poema de Neruda pero bien podría serlo. O de Bukowski o de Lorca, o de cualquier poeta que en su creatividad literaria soñara con mundos inventados donde realidad y ficción fueran dos cosas tan parecidas como a la vez tan diferentes.
Este comienzo de artículo tan onírico (un poco cursi también) no es más que la consecuencia de llevar meses leyendo cientos de artículos sobre el llamado METAVERSO. Algunos debo reconocer que los suscribiría casi en su totalidad. Otros son más propios del innoble arte del clickbait o de la necesidad de ciertas publicaciones y creadores de contenido de no quedarse fuera de la ola de la tendencia.
Si habéis llegado hasta aquí debo suponer que tenéis una idea de lo que es el METAVERSO. En caso contrario os puedo dar mi visión personal de lo que hoy es el metaverso y de lo que puede ser en un futuro. La idea de lo que es hoy es una apreciación puramente personal y la idea de lo que puede depararnos el futuro, es simplemente un ejercicio de videncia, el cual obviamente hay que tomar con mucha cautela.
El metaverso es (insisto en mi humilde opinión) una evolución del uso que le venimos dando en los últimos lustros a INTERNET, o más bien a la world wide web (www). Sería como pasar de mirar de frente las webs a pasar a pisarlas literalmente.
Cómo conseguimos esto? Con unas tecnologías y unos recursos que a día de hoy todavía están en la pubertad de su crecimiento. Metaversos como Decentraland, sigue siendo mi humilde opinión, están a años luz de los que conoceremos y pisaremos en unos 5 años.
Qué está pasando en los últimos meses con el metaverso? Pues lo que hubiera pasado con INTERNET si cuando se hubiera inventado INTERNET hubiera existido INTERNET para comentar que estaba naciendo INTERNET.
Mucha gente hablando del metaverso, mucha gente diciendo que es consultor del metaverso y mucha gente preguntándose si tiene que estar ya en el metaverso. La realidad es que el metaverso como concepto ya existía (pregunten a sus hijos aquellos que no jueguen ellos mismos al Fortnite…) hace años y lo que pasa ahora es que nos hemos dado cuenta a “nivel usuario” de lo que puede suponer cuando el harware que garantice una experiencia de uso atractiva provoque que se empiece a generar una economía dentro de esos diferentes metaversos que están empezando a gestarse.
La inversión de las grandes tecnológicas (no sólo pensemos en Meta), la proliferación de proyectos y startups trabajando en diferentes líneas de desarrollo en realidad virtual y realidad extendida, la innegable aplicación al fenómeno de la tecnología blockchain tanto con las criptomonedas como con la tokenización de activos, la necesidad de las marcas de ir allá donde estén sus clientes, la gamificación del consumo y del entretenimiento y la definitiva adopción de lo digital por la sociedad, hacen la tormenta perfecta para que el METAVERSO sea algo que sí o sí va a llegar.
Otra cosa será que no todo sea como estar en Matrix y que la adopción por el público en general sea poco a poco, al igual que ha pasado en las últimas décadas con “inventos” como los teléfonos móviles, los emails o las videoconferencias.
A las empresas y a sus directores de innovación (o similares) les diría que si tienen motivos para tener presencia en internet, los mismos motivos les valen para estar en el METAVERSO. La pregunta es cuándo, dónde, cómo y con cuánto entrar.
Además de todas estas dudas y cuestiones que se irán despejando poco a poco con el tiempo (no podemos negar que ahora estamos viviendo esa época de miedo a quedarnos fuera) el Metaverso va a suponer importantes retos jurídicos y regulatorios.
Estos retos no creo que sean muy diferentes a los que ya nos estamos encontrando en proyectos relacionados con tokens, con inteligencia artificial, con identidades digitales o con la protección de datos. Si todo esto por separado entraña cuestiones jurídicas complejas, pues imaginemos si las juntamos todas en mundos virtuales y les añadimos un problema de interoperabilidad entre plataformas (muchas de ellas descentralizadas).
De cómo se aborden los riesgos e implicaciones legales del metaverso va a depender en gran medida la confianza que las empresas tengan en entrar en un “nuevo” mundo y que éste no se convierta en el lejano oeste. No olvidemos tampoco que el metaverso no solo es un mundo de empresas sino que es un mundo de consumidores y usuarios y de interacciones personales y por tanto vamos a tener que buscar una protección que en muchas ocasiones será difícil de conseguir.
Estamos en ese momento en el que los operadores jurídicos y el legislador debemos ser capaces de tener un adecuado enfoque del potencial de esta nueva realidad y balancear convenientemente entre la protección de los derechos y el crecimiento sostenible de un fenómeno que puede generar un importante impacto en términos económicos.
La naturaleza jurídica de los tokens no fungibles (NFTs), las implicaciones jurídicas de la propiedad de los activos dentro del metaverso (desde parcelas a ropa y complementos), la identidad digital de nuestros avatares (la eterna lucha entre privacidad, anonimato y la persecución de los malos, que también los habrá en los mundos virtuales…) son cuestiones que ya nos estamos planteando y que van a suponer grandes debates en lo jurídico y en lo tecnológico.
Otras cuestiones con innegables condicionantes regulatorios y jurídicos serán las organizaciones descentralizadas (DAOs) que a buen seguro nos harán plantearnos las nuevas formas de gobernanza y administración de “sociedades”, la utilización de la inteligencia artificial o el derecho de la competencia, ya que en este sentido no olvidemos que el metaverso o los metaversos serán mundos virtuales pero no estarán exentos de tener que cumplir con las leyes, las cuales también debemos ser todos conscientes, tendrán que tener una visión abierta de las nuevas realidades y encontrar el difícil equilibrio entre crecimiento tecnológico y respeto de los derechos de los ciudadanos, vivan éstos en un mundo real o en un mundo virtual.